jueves, 29 de noviembre de 2018

Calidad de Vida

Antes de ser papá, cuando estaba a finales de mis veinte, solo pensaba que todo mi trabajo y lo que ganaba con él, era únicamente para mí, siendo tal vez demasiado egoísta para con los demás, y esto fue por un buen tiempo; luego con el paso de los años, dejé de preocuparme del origen del dinero, gastando demasiado, vivía del plástico y endeudado hasta las orejas, muy adentro del agujero, pensando en tener de todo sin limitarme, comprando todo lo que nunca tuve de niño y de joven. Compré demasiadas cosas, me aferré a lo material y llené los espacios vacíos de mi pasado con objetos, buscando conseguir la calidad de vida que tal vez me faltaba. Ahora que todo eso ha cambiado y que ahora soy papá, que tengo una familia que depende de mí, me ha costado mucho lograr la estabilidad que tanto había deseado, estabilidad que hemos logrado en conjunto, aunque sabemos que aún nos falta bastante pan por rebanar.

Siempre había pensado que la “calidad de vida” estaba relacionada de manera directa con lo que podías tener, comprar y dar, teniendo un mejor trabajo para ganar más dinero y poder hacer más cosas, siempre apuntando a lo material, y, sin embargo, al tratar de querer alcanzar más, te das cuenta de que te falta muchas otras cosas, tener más conlleva a querer más, por eso terminas enredado en temas mucho más complejos. Comprar ropa de marca, visitar los mejores restaurantes, simular que te das la gran vida, no significa que tu calidad de vida sea de la mejor, si vives endeudado, estresado, sin poder dormir lo suficiente, con poco contacto familiar y que te buscan solo por lo que puedes “colaborar”; pero luego de pensarlo fríamente te das cuenta que todo eso es pasajero, en algún momento algo sucederá y terminaras pagándolo caro, y no estoy hablando del dinero, porque el tiempo desperdiciado no se recupera. 

Luego de vivir mucho, con casi 44 años encima, y de gastar mucho, hoy puedo afirmar que la calidad de vida no está basada totalmente en el dinero ni en lo material, pero como en toda ecuación, es parte del todo, tener ciertas holguras ayuda, tener una familia donde la comunicación es lo más importante, poder dormir tranquilo tus horas completas, que tus hijos jueguen contigo, cenar en casa a la luz de las velas, estudiar, leer, cantar, ver una película, tener buena salud, etc., son simples detalles que te llenan el corazón, que complementan tu vida, saber que en la tarde/noche, luego de salir de la oficina, te esperan en la casa para conversar, jugar y reír, creo yo que eso es lo más importante en la vida. 

Hay momentos en que estarás ajustado, lo sé por experiencia propia, las famosas vacas flacas, donde no podrás comprar nada que esté fuera del presupuesto, que te sentirás mal por no poder llevar algun regalo a tus hijos, a tu pareja o darte un gustito, porque solamente vives para trabajar, cobrar tu sueldo y que desaparezca de tus manos en menos de 48 horas, lo material va y viene, el dinero se cobra y se gasta, si hay para ahorrar, en buena hora, pero muchas veces no hay extras, tienes que vivir con la correa bien ajustada. Miles de veces he llegado a casa con las manos vacías, con lagrimas en los ojos, frustrado por no poder llevar a mi familia a disfrutar de una buena comida en algún restaurante o darme el gusto de comprarle algún juguete a mi hija o algún dulce a mi esposa; es ahí cuando aparecen mis dos ángeles de la guarda para estabilizar mi mente y mi corazón, con besos y abrazos, diciéndome que todo está bien y que pronto vendrán mejores épocas, que pacientes pueden ser, sin presionarme, ayudándome a salir poco a poco del agujero de la tristeza. 

No voy a mentir, me encantaría poder comprar de todo, llenar de sorpresas a mi familia, sobre todo a mi hija, pero no se puede, tengo que esperar al final de mes, donde luego de realizar los pagos programados y respectivos, y si es que hay suerte y queda algún saldo en positivo, poder llegar a sorprender a la no tan pequeña bubu, con paciencia, sabemos que pronto vendrán mejores días.