A principios del mes de Octubre tuve un problema de salud que se
puso bastante serio, tanto así que tuve que ser internado en la clínica para
luego ser operado, fueron dos semanas perdido, sin poder disfrutar de la calle
y de mi familia como me hubiera gustado. Pensaran que disfrute mi estadía en la
clínica como si fueran unas vacaciones pero la verdad es que no fue así, aunque
soy consciente que pude descansar, dormir más, ver televisión todo el día o
estar con la laptop en internet sin tener mayores restricciones, pero no es lo
mismo estar en tu casa que estar hospedado en un hotel de 4 estrellas rodeado
de enfermeras y escuchando a los demás pacientes quejarse a voz en cuello.
Perder la libertad fue lo más difícil, estar atado a una camilla
sin poder moverte mucho, si poder caminar por el dolor, extrañar tu cama y tu
casa hacen mella en tu estado de ánimo, pero lo que más me marco durante esos
14 días fue el no poder estar con mi esposa, poder abrazarla al dormir, tener
conversaciones amenas durante la cena y disfrutar de mi hija, jugar con ella,
darle de comer, hacerla dormir en mis brazos, cargarla, todas esas cosas las perdí
por 14 días, confinado en una habitación blanca de clínica sin poder hacer nada
más que respirar, comer y dormir.

Es triste no poder estar con los tuyos, hay veces que suceden
cosas que no podemos controlar, situaciones complejas que amenazan directamente
tu bienestar y el de tu familia, el temor de que podría sucederles cualquier
cosa y no estar ahí para ayudarlas y protegerlas, es un precio alto pero
lamentablemente cuanto es tu salud la que pende de un hilo no tienes más
remedio que acatar las órdenes de los médicos y solamente esperar a que el
problema se solucione lo mas rápido posible y así poder ir a casa a continuar
con tus actividades, retomar las riendas de tu vida tal cual era antes de ser
internado en la clínica.
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