Qué difícil es salir todos los días a trabajar, dejar en casa a la familia, incluso dormida, para cumplir con las labores y responsabilidades de un mundo económicamente amarrado a tu bolsillo, donde si no produces no logras cubrir las necesidades básicas de una familia que de una forma u otra dependen de ti, pero bueno, no voy a hablar de penas, porque no todo debe moverse en esa dirección.
Como padre primerizo, entrado en años, siempre aprendiendo algo nuevo todos los días, el mejor momento de mi día es cuando llega la noche, la hora de salir de la oficina para llegar a casa a disfrutar de unas pocas horas con los tuyos, es una recompensa muy grata, no lo voy a negar y lamentablemente a veces no logro llegar a tiempo, me ganan los minutos y termino solo mientras los míos duermen profundamente.
Hay que tener en cuenta que no siempre llego a casa temprano y no siempre encuentro a mi hija despierta para que me reciba con esa sonrisa y esa algarabía que tanto la caracteriza, también hay veces en que me ganan, yo les aviso que ya estoy en camino y me sorprenden en el paradero del bus o mientras camino esas dos cuadras que separan al paradero de la puerta del condominio.
Todos los días al salir de casa y al regresar, la mejor parte es cuando entro al departamento y ya desde adentro voy escuchando la voz de mi hija que se da cuenta que suenan las llaves, que se abre la puerta, que seden las bisagras y que ni bien se termina esa ceremonia de entrada, ya la tengo trepada encima mío gritando "Papi!!!!" con una sonrisa en los labios, un brillo en los ojos que es increíble y que logra eliminar todo el cansancio, el estrés del trabajo, los malos ratos y las broncas, todo eso queda fuera, ese abrazo lo borra todo y es más que suficiente para reponer toda la energía perdida, solo quieres despojarte de las cosas que cargas, entrar, tirarte al suelo y jugar, escuchar todas las aventuras y logros del día, que tu hija te lleve de la mano por la casa enseñándote lo que ha hecho, hablando a su manera sin soltarme la mano.
La verdad es que no importa si es en la ruta o cuando llego a la casa, ese recibimiento es lo mejor de lo mejor.
Y para tí, ¿cuál es tu momento favorito del día?
Como padre primerizo, entrado en años, siempre aprendiendo algo nuevo todos los días, el mejor momento de mi día es cuando llega la noche, la hora de salir de la oficina para llegar a casa a disfrutar de unas pocas horas con los tuyos, es una recompensa muy grata, no lo voy a negar y lamentablemente a veces no logro llegar a tiempo, me ganan los minutos y termino solo mientras los míos duermen profundamente.
Hay que tener en cuenta que no siempre llego a casa temprano y no siempre encuentro a mi hija despierta para que me reciba con esa sonrisa y esa algarabía que tanto la caracteriza, también hay veces en que me ganan, yo les aviso que ya estoy en camino y me sorprenden en el paradero del bus o mientras camino esas dos cuadras que separan al paradero de la puerta del condominio.
Todos los días al salir de casa y al regresar, la mejor parte es cuando entro al departamento y ya desde adentro voy escuchando la voz de mi hija que se da cuenta que suenan las llaves, que se abre la puerta, que seden las bisagras y que ni bien se termina esa ceremonia de entrada, ya la tengo trepada encima mío gritando "Papi!!!!" con una sonrisa en los labios, un brillo en los ojos que es increíble y que logra eliminar todo el cansancio, el estrés del trabajo, los malos ratos y las broncas, todo eso queda fuera, ese abrazo lo borra todo y es más que suficiente para reponer toda la energía perdida, solo quieres despojarte de las cosas que cargas, entrar, tirarte al suelo y jugar, escuchar todas las aventuras y logros del día, que tu hija te lleve de la mano por la casa enseñándote lo que ha hecho, hablando a su manera sin soltarme la mano.
La verdad es que no importa si es en la ruta o cuando llego a la casa, ese recibimiento es lo mejor de lo mejor.
Y para tí, ¿cuál es tu momento favorito del día?
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