Hace unos
días visitando a una amiga que se acaba de convertir en mamá hace unos meses atrás,
pudimos sentarnos a conversar e intercambiar experiencias con ella y con una
tercera mamá que también había coincidido con nosotros. Todo se resume en una
frase, todos los partos son distintos, las experiencias de cada mamá, desde el
momento en que entra a la clínica o hospital a traer al mundo a su hijo(a), es
diferente, nunca jamás vamos a encontrar dos experiencias idénticas. Lo único
en común en este caso es que las tres tuvieron hijas mujeres y las tres fueron
cesareadas.
Las
diferentes aventuras de las tres mamás que habían coincidido aquella noche fue
un intercambio de diferentes experiencias, tips, aventuras, desventuras y demás
temas, temas que ahora forman parte del bagaje de conversaciones en las que
termino involucrado, de una u otra forma, porque yo también meto mi cuchara,
opino, comento, recomiendo, escucho y hago chacota. Usualmente los hombres se
mantienen al margen en estos temas, aun no sé porque, algunos si conversan,
otros no, pero en fin.
Nunca he
escrito sobre lo que significo aquella noche del 22 de Setiembre de 2013,
cuando tuve que llevar a Mary de emergencia a la clínica cerca de las 10pm,
peor aun cuando nuestra cesárea estaba programada para el siguiente lunes, y
todo fue por la culpa de un antojo que llego demasiado tarde a nuestras vidas.
Mary nunca me pidió nada extraño durante su embarazo, con las justas un pescado
frito y en horario regular, pero nada complejo, hasta ese día que me dijo que quería
pollo del KFC, no había forma de que le comprara eso y menos si faltaban 48
horas para que la tuvieran que operar, así que un palito de anticucho cumplió
con cubrir esa necesidad de alimentos a esa hora de la noche y la situación cambió
radicalmente de color, había que volar, literalmente a la clínica.
Las
experiencias contadas fueron diferentes, no todos pasan por la misma vivencia,
algunas mamás llegan caminando, otras en taxi, otras en ambulancia, la mía
llego en mi auto, que se transformó en el Max 5 y yo en el Meteoro Gordo de
Lima. Mis amigas llegaron caminando a sus respectivas clínicas, porque pudieron
entrar en el momento en el que las habían programado, las tres fueron cesáreas
por diversas razones, pero fueron cesáreas necesarias. Mary entro al quirófano
sola, yo me quede afuera porque era una emergencia, la pareja de mi amiga, a
quien habíamos ido a visitar entro al quirófano tranquila y relajada pero luego
de unos minutos empezó a cambiar de estado de ánimo llegando al punto de la
histeria, tuvo que ser dormida para que pudieran operarla, su pareja se quedó también
afuera porque la llegada de su hija se complicó, no tanto por la bebe sino más
por la mamá. La tercera participante estuvo tranquila y relajada en todo
momento, pero no dilató lo necesario y el dolor era cada vez más intenso,
fuerte y continuo, por eso fue la cesárea.
Mary
estuvo sola, pero pudo ver a nuestra hija un ratito ni bien llego al mundo, yo
la vi afuera, cuando pasaba en una incubadora hacia otra de las salas del 5to
piso de la clínica, eran como la 1:30am y mi familia y yo seguíamos esperando,
solo pude verla 5 minutos porque me dejaron entrar a la zona de bebes, ella se quedó
en incubadora hasta el día siguiente. Mary no salió y no la vi hasta el domingo
a las 8am, se complicó la operación, se demoraron en cerrar el corte y la
llevaron a la UCI, el doctor salió y me dijo que volviera al día siguiente. La
pareja de mi amiga sufrió casi lo mismo, se quedó afuera, vestido y listo, no
le decían nada, cuando salió su hija con las auxiliares corriendo, tampoco le
dijeron nada, la incertidumbre fue lo peor, recién a los minutos le comentaron
que hubo una complicación y que su pareja iba a estar en la UCI, él pudo ver a
su hija en esos momentos, su mamá la conoció casi al tercer día y a través de
una ventana.
De
nuestra tercera amiga, la figura fue mucho más tranquila, el entro con ella, vivió
en carne propia la llegada de su hija, estuvo con ella todo el tiempo que se
pudo, conocieron a su hija juntos y tienen fotos para demostrarlo, ni yo ni la
pareja de mi otra amiga pudimos vivir eso, disfrutarlo y tener un recuerdo para
demostrar la sensación tan fantástica que es recibir a un bebé, solo tenemos el
recuerdo de una mala noche o mala mañana, esperando y esperando, cruzando los
dedos, con fe y con la esperanza de que todo iba a terminar rápido y bien.
Ahora las
tres familias estamos más que contentas, felices y locos, cada uno de nosotros
vive el presente, recuerda el pasado, y espera el futuro, un paso a la vez con
paciencia y buen humor.
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