El tiempo pasa, el tiempo vuela y no hay nada que podamos hacer
para detenerlo o disminuir su velocidad arrolladora, ese avance es continuo, no
hay viajes en el tiempo, no hay pausas mágicas, todo sigue en constante
movimiento, paso a paso por el largo camino de la vida. Es increíble que ya han
pasado tres largos años desde la llegada de nuestra hija a nuestras vidas, a
llenar ese espacio vacío que faltaba en nuestro mundo, de nuestra existencia.
Nadie nos había preparado para su llegada, teníamos miles de dudas, no llevamos
ningún curso de preparación previa, no existen capacitaciones perfectas ni
diplomados o maestrías que cubran todo lo que significa ser padre, para que
engañarme, aun no tengo todas las respuestas.
Dicen que cuando un hijo llega a cumplir los dos años, es desde
ese momento que el día a día en la familia se convierten en los más terribles
en la vida de un niño y de sus padres, y yo creo que esa afirmación es
incorrecta, obviamente que desde mi punto de vista.
No hemos sufrido de ataques de histeria ni de pataletas
incontrolables, todo ha estado dentro de los parámetros normales, asumiendo que
los nuestros son correctos, habremos tenido suerte o lo peor aún no ha llegado
a tocar nuestras puertas, no lo sé. Yo creo que desde que un bebe empieza a
descubrir su entorno, sus alrededores, a gatear o caminar es cuando empiezan a
ser terribles y temibles y todo esto es gracias a algo grandioso, a un término
llamado "curiosidad", conocerlo todo, hacer de todo, agarrar
de todo, comer de todo. La combinación de palabras "curiosidad+todo" han generado un nuevo significado para
nosotros, los bebés están en todas, listos para aprender e imitar, ávidos de
conocimiento y es ahí cuando debemos estar más que atentos a sus movimientos,
es verdad que hay que darles un poco más de espacio e independencia, pero igual
siempre hay que estar monitoreando, muchas veces los peores accidentes ocurren
durante esos segundos que no estamos cerca.
Es obvio que cuando son más pequeños son más dependientes de
nosotros, siempre bajo nuestra observación, atentos a todo, al principio no podíamos
dejarla sola ni un segundo, a no ser que estuviera dormida, pero aun así debíamos
tener siempre un ojo sobre ella. Ahora que ya es más grande tiene un poco más
de espacio para actuar, la dejamos jugar sola mientras estamos haciendo otras
cosas en la casa, pero siempre con el sensor de movimiento activado y el oído
en su máxima capacidad de captación. Los tiempos cambian y los niños empiezan a
querer hacer más cosas, están mas despiertos y te tienen de un lado a otro,
siempre quieren jugar, salir a caminar, pasear en el auto, ver televisión y demás
actividades. Yo por mi parte no disfruto mucho de todas estas actividades como
me gustaría hacerlo, mi horario de trabajo es un poco extenso a veces y cuando
llego a casa solo puedo disfrutar de la compañía de mi hija pocos minutos
porque el sueño llama.
Lo bueno es que mi esposa disfruta de todas las actividades con mi
hija, salvo cuando está en el nido-guardería pero el resto de las horas están
de un lado para otro, me envía fotos y me cuenta cada cosa que hace nuestra
hija, es emocionante ver cómo va descubriendo poco a poco todas las cosas que
la vida le puede brindar, la música, el baile, la pintura, la plastilina, los
libros, la tecnología, son tantas cosas tan divertidas que la verdad parece que
falta tiempo para verlas todas, sé que está descubriendo el mundo y lo está
haciendo bastante bien, lo único que debemos hacer es estar al tanto, siempre
es mejor prevenir que lamentar.
¿Y tú ya llegaste a los terribles dos años de tu hijo?
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